Adios a los Humbert y a algo más

La verdad es que he andado un poco meditabundo. Vamos, que no me apetecía demasiado escribir. Esto sucede de cuando en cuando, cada X años, y si no hay obligaciones laborales, uno se deja llevar. Pero entre los mensajes aparecidos aquí y que ayer asistí a una despedida triste y significativa, me pongo de nuevo a ello.

Esto es que ayer se despidieron en la Moby Dick de Madrid Humbert Humbert, ese improbable pero genial dúo que fue de lo primero en animarme cuando regresé a esta ciudad. Los Humbert, Paco y Miguel, se separan simplemente porque llevan mucho tiempo juntos y no han logrado vivir de esto. Siendo personas responsables, puede que les sea complicado compaginar un trabajo (en su caso dibujo y diseño) y andar dando tumbos ocasionales por ahí.

El concierto fue estupendo pero algo tristón y es que esta separación no solo significa la desaparición de un gran grupo. Si tenemos en cuenta que Grabba Grabba Tape se encuentran en la nevera, da la impresión de que ese movimiento neo-punk que nació en la España de los últimos 90 ha dado de sí todo lo que podía. Que ha sido mucho, pero sin mayor repercusión, sobre todo fuera de nuestro país. Esto es lo que más lamentable me parece. Los Humbert, los Grabba o Ginferno debieran haber sido escuchados más allá de nuestro circuito underground. Eran o son lo suficientemente buenos y originales. Pero no, como suele ser costumbre con nuestra música, nos la hemos comido solos. Y éramos pocos.

Si echamos una ojeada a los músicos españoles que funcionan y parecen seguir haciéndolo, se da uno cuenta de que Francisco López, Mattin o incluso Alex Under, han hecho su carrera integrándose en la gran conversación contemporánea de la música, incluso si eso significaba un desprecio relativo del solar patrio. Que ellos hayan podido hacerlo demuestra que es posible y los demás debieran aprender.

No vale con hacer un disco, enviarlo a Radio 3 y a Mondo Sonoro y quedarse tan tranquilo. Hay que mandarlo a The Wire, Pitchfork, Dusted, Tiny Mix Tapes, esas publicaciones en papel o en Red que todo ojeamos. Y no solo eso, hay que elaborar un discurso más o menos coherente, como han hecho nuestros vecinos portugueses con ese gracioso invento llamado “Atlantic Waves”.

Bien, no se ha hecho (o al menos yo no lo he visto) y estas son las consecuencias. Quedan solo unas pocas actitudes: agradecer a Humbert Humbert los grandes ratos que me han hecho pasar y también que hayan actuado casi como guías en ese mundillo. Animar a los que quedan de esa hornada a que amplíen sus horizontes. Y lanzarse a la calle a ver si surge algo nuevo y que haya aprendido de todo esto. La música alternativa solo encontrará un público suficiente si lo busca algo más allá de los límites de su barrio. Aunque, también es cierto, por ahí hemos de empezar a buscar.