1.7.09

Hay objetos, seguro.





Hablaba hace poco, no ya de la desmaterialización de la música (su estado normal hasta el advenimiento de la reproducción mecánica) sino de la renuncia a su propiedad (vinilos, CD/DVD, SD, iPods…) con la llegada de sistemas como Spotify.

Sin embargo, la humanidad ha manifestado de siempre una querencia hacia determinados objetos, hasta el extremo de convertirlos en fetiches o en concreciones de lo divino. Es posible que la mirada orgullosa hacia la antigua gran biblioteca, el 90% de cuyo contenido jamás se volverá a leer, haya dado paso a una indisimulada satisfacción por los Gygabites de contenidos que, en un porcentaje variable no se leerán/contemplarán/escucharán jamás. Así es la vida y tampoco hay por qué escandalizarse: en la época del elepé y el CD, cada disco vendido era escuchado 0.92 veces de media.

Otra posibilidad, no obstante, es que el empaquetado tenga un sentido específico y forme un todo orgánico con el contenido principal, en este caso el audio.

Tomemos el ejemplo de Richard Skelton, aquí como A Broken Consort (siendo un broken consort una formación instrumental del renacimiento ingles compuesta por instrumentos de diferentes familias). Skelton sufrió en el 2004 la pérdida de su mujer Louise, a quien no solo amaba, sino a la que admiraba como artista visual. De otra parte, la pareja compartía una idea bastante determinada de arte en la naturaleza que incluía depositar creaciones en los mismos lugares que las inspiraron o donde se produjeron.

Tras la muerte de su mujer y en una historia de amor trascendente de las que ya no hay y resisten cualquier cinismo, Skelton creo músicas y embalajes aprovechando los mil libros de apuntes de Louise y en homenaje a ella. Box Of Birch (2007), por ejemplo, se editó en serie limitadísima (y ahora se reedita con el mismo cariño aunque de forma menos espectacular, mayor número de ejemplares y vinilo de luxe). Junto a fotos de ambas ediciones adjunto un link donde hay más e incluso un video.

Imagenes de Producciones de Skelton

Video

Ya se ve que el objeto no es la fucking jewel box de un CD corriente.

La música, por cierto, es excelente basada en guitarra, cuerdas con arco, piano percusiones, samples de la naturaleza más o menos transformados… lo cual suena casi mal. Por suerte Skelton es infinitamente más sensible que cursi y la música tiene poco de pastoral y absolutamente nada de new age o similares.

Me gustaría muchísimo haber accedido a una de las ediciones originales de A Box Of Birch y no por su rareza, sino porque se trata de un objeto que en si mismo como cubierta y en su contenido como música logra (creo, vaya, no lo he tenido en las manos) que la suma de lo visual, lo táctil o lo sonoro sea más que cada una de las partes. Para mí, este es el tipo de discos que seguirán existiendo. El resto me basta en ondas y datos.

1 comment:

fromthedrain said...

Una historia preciosa :)