7.12.10

Susan Philipsz, premio al sonido

Estamos la mar de contentos con que le hayan dado el premio Turner a Susan Philipsz. En un año donde el Arte Sonoro me ha permitido pensar una exposición-festival donde unas 100 personas han trabajado con un espíritu casi inimaginablemente positivo y donde más de 50.000 parecen haberselo pasado en grande caminando entre estas cosas que suenan, el premio es como una pequeña guinda de reconocimiento, no solo al Arte Sonoro, sino al conjunto de Nuevas Prácticas basadas en nuevas tecnologías que de la forma más natural e ineludible van encontrando vias de presentación.

No es que los premios sean capaces de sancionar ninguna excelencia, pero ha de reconocerse que el Turner ha ido sabiendo entresacar artistas que el paso del tiempo ha confirmado como del mayor interés. En esta ocasión apostaban sobre seguro, que Susan Philipsz, a sus 45 años, tampoco es ninguna recién llegada y ya ha ocupado todo tipo de espacios expositivos, en nuestro país de forma protagonista en el CGAC o en MNCARS-Monasterio de Silos, pero también como participe en muchas colectivas a lo largo y ancho del país. No hablemos de Alemania, Reino Unido, Canadá, Australia, etc., etc.

Lo interesante del premio es que ha ido a caer en un tipo de Arte Sonoro que bien puede calificarse como el más radical: aquel que opera de forma exclusiva sobre lo aural, el efecto espacial del sonido en un ámbito determinado. Sin más objeto visible que algunos altavoces.

Las críticas cosechadas a esta concesión, que en otras ediciones se enredaban entre la ignorancia y lo simplemente reaccionario, se han centrado precisamente en el caracter no-objetual de este trabajo. Algo que debe ser tomado en consideración, porque tradicionalmente lo que llamamos Arte se ha venido identificando con el Arte Visual. Podemos hablar de fenomenología y de percepción, pero el hecho incontestable es que la parte de las artes que se ve, entra en la categoría de Arte, y la que suena en la categoría de Música.

Pero es que ni lo visual es ya tan claro ni lo sonoro tiene por que ser música. Vivimos en una era no solo Intermedia, sino Intersenses. Esto no es de ahora y viene a significar el regreso a un estado de cosas donde se aceptaba que todos los sentidos funcionan al mismo tiempo y adoptan papeles de diferente intensidad en su relación con el entorno. El dominio de uno u otro sentido no solo se define en su propio ámbito, sino también en la percepción general del espacio.

Dicho de otra forma, de noche o en la selva el entorno se define sobre todo por los sonidos, en un campo sin viento y a pleno sol, por la vista. Sobre todo, no unicamente. Sobre la vista, el sonido tiene de peculiar que siempre estamos dentro de el y eso convierte el fenómeno aural en una experiencia plenamente espacial. De nosotros en un espacio dado. Los murcielagos o Alvin Lucier lo entienden y usan desde hace tiempo. En el trabajo de Philipsz se percibe el espacio... Tal vez sea... ¿Arquitectura?

Bien, tras esta disquisición dejó un par de buenos links

En primer lugar e-Limbo

También Mediateletipos


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3 comments:

Ottia said...

RIP Peter "Sleazy" Christopherson

Ottia said...

RIP Enrique Morente... en fin...

Anonymous said...

Gracias, buen trabajo! Este fue el material que tenía que tener.