7.1.05

Parloteo

Hace ya algún tiempo viví una situación que no había conocido y esto es siempre algo notable. Tras muchos años entre Berlín y Londres me encontraba en medio de una pista de baile, sometido tan ricamente a un techno minimalista cuando caí en la cuenta de que, aparte de los beats, estaba escuchando otro sonido, un intenso runrún mantenido a lo largo del tiempo y sin apenas variaciones, por lo que cabía descartarlo como un efecto obsequio del DJ.

No, en realidad se trataba de la charla del personal circundante. Es cierto que el volumen del equipo no era atronador, pero nunca había estado en un lugar donde la gente pudiera meter el mismo ruido que los altavoces de una discoteca.

Desconozco lo que toma la gente en esta ciudad y gran parte de este país, pero el nivel, intensidad y generalidad de las conversaciones en locales de música no tienen equivalencia.

El madrileño, además, está hecho de una pasta dura y no se deja derrotar con facilidad. Si la música sube de volumen, la conversación se adecua hasta alcanzar el grito pelado.

Tratados sobre el ruido en España hay muchos, casi tantos como viajeros cronistas visitan nuestros pueblos y ciudades, pero aquí se habla de otra cosa: de que a este pueblo tan musical, la música le trae sin cuidado.

Cuando un berlinés va a bailar, quiere sentir el sonido y su propio cuerpo y no se le ocurre iniciar una conversación berreante sobre las próximas vacaciones.

Aunque el Londres los clubes sean básicamente un vertedero de borrachos empastillados, los públicos de los conciertos solo se dedican al cotorreo como muestra explícita de desinterés. Cuando el concierto es bueno, la gente atiende y no chista.

Es posible que a los españoles nos divierta más la convivencia, las risas y el palabreo que escuchar música en serio. Es una opción cultural, pero trae consigo graves inconvenientes. El principal es que si no se presta atención a las cosas, resulta difícil formarse un criterio sobre ellas.

Ello explicaría en gran medida la pavorosa mediocridad de música española, menos presente en el mundo que la austriaca o la islandesa. Lo más probable es que esto se relacione con la educación o, por mejor decir, con la ausencia de educación musical de base en nuestro país. Operación Bochorno, p.e., no es la solución, es otro síntoma lamentable.

2 comments:

Anonymous said...

Hey, soy digi, que razón tienes. Y no te quiero ni contar ya si hablas solamente de música electrónica. En España, a raíz de la "Ruta del Bacalao" satanizaron todo lo electrónico, y lo metieron en el saco de "Bakalao" (musica para drogadictos). En otros países de europa, la gente se ha abierto a la música electrónica y la ha separado de la droga. De hecho es normal encontrar un montón de discos buenos de electrónica en cualquier tienda de discos. Cosa que aki tienes que esperar muchas veces años para que te llegue una cosa medianamente comercial...


Ains... cuanto más miro a España, más razón le doy a Ibarretxe

Un abrazo

Anonymous said...

A mi me gusta bailar en silencio