28.12.04

Londres Se Divierte


Martin Creed Balls 1
El público hace la obra


Londres sonrie, muy en serio.

Londres esta bello estos días. Los parterres del Regents Park junto a Frieze, la pimpante Feria de Arte, brillan con mil colores bajo la fría y limpia luz de la mañana. Por la tarde, una cortina de lluvia oculta el Hyde Park que rodea la Serpentine Gallery y los peculiares cuadros de Glenn Brown.

Este trayecto entre los parques y por la metereologia londinenses quizás tenga algo de simbólico respecto a la oferta artística que la gran ciudad ofrece en esta reentre otoñal. Y es que, después de haber pateado innumerables kilómetros y haber contemplado bastantes horas, la impresión dominante de lo que se ofrece es la de un... juego.

Bueno, hay cosas muy serias como la instalación sonora de Bruce Nauman en la Tate Modern, pero no hay nada de Nauman donde no ande mezclado el humor. Bien mirado, llenar de sonido el inmenso espacio de la Sala de Turbinas es (también) una buena broma.

Pero en este Londres uno puede entrar en el ICA y verse obligado a trepar por escaleras de madera o a reptar por túneles de contrachapado que van a dar a habitáculos formados por camisas o balas de paja en los que se contienen otros objetos artísticos en un ambiente sonoro dominado por el “Singles” de los Cure. Una ironía de John Bock.

Otra cosa notable era lo que exponía Mark Hosking en la sala aneja de Lisson (en la principal estaba Sol Lewitt, sin nada muy destacable). Aparte de unos ingeniosos dispositivos con lentes que deben hacer explotar frascos de perfume bajo el sol sahariano, Hosking ha montado en el subterráneo un pequeño drama cotidiano: como una y un oficinista se comunican mediante una conexión telegráfica cuyos terminales Morse ha sido realizados con zapatos transformados...

Y hay mas, en Hauser&Wirth, Martin Creed, el flamante Premio Turner (The lights going on and off) presenta “Balls”, decenas de pelotas de todos los tamaños, texturas, colores... Esa estudianta de bolso rosa que caminaba entre las pelotas de forma medio pensativa, medio juguetona, les daba una pequeña patada de cuando en cuando. Disfrutaba. Y al disfrutar, entendía.

Michael Landy reconstruye una casa victoriana en la Tate Britain donde plantea cuestiones sobre clase, trabajo y explotación teniendo como centro a su padre, un invalido laboral... Claro, esto no parece un juego, pero el aspecto como de casa de muñecas que adquiere “Semi-Detached”, también tiene un punto lúdico. Lo de Valie Export en el Camden Arts Centre contiene grandes dosis de juego, como ya se vio este verano en el Centro de Arte de Andalucía.

En cierta forma este espíritu confluye en la “Eyes, Lies and Illusions” de la Hayward gallery, una excursión por la óptica y sus relaciones con la estética (hay obras de Boltansky, Oursler, Raetz...) que vuelve locos a los colegiales y puede hacer reflexionar a un adulto sensible.

Pero no seamos exclusivos... También hay otras constantes, como un cierto gusto por lo habitacional, como si el problema ciudadano de la vivienda hubiera encontrado su camino por las vías del gran arte. La “Familia Schneider en Londres” (de Gregor Schneider), uno de esos proyectos fascinantes de Artangel, es la “redecoracion” de dos casas del East End en un laberinto de falsas habitaciones que generan un ambiente opresivo, como si todas ellas fueran escenario de algún crimen.

Por otro lado, encontramos reflexiones sobre lo social, sobre cosas imposibles o absurdas de comprar... Estéticas de lo cotidiano que no tratan de provocar grande sensaciones sino pequeñas sonrisas de complicidad y ternura... ¿otro arte? Bah! Ya vendrá alguien a ponerle nombre...

Naturalmente el Londres del Gran arte también existe, que la exposición de Rafael en la National gallery no es algo que se vea con frecuencia y así un montón de cosas... Pero esto es lo de siempre, donde va el turismo... Estos días Londres ofrece otra historia.

Octubre 2004

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